domingo, 10 de octubre de 2010

LA FRIA GRUTA








Laura se despertó con una extraña sensación de frío, le costaba abrir los ojos. Se encontraba en esos momentos de desconcierto en los que nunca se sabe donde estás. Empezó a entreabrir los ojos y aunque le costaba; no notaba gran diferencia de tenerlos abiertos y cerrados. No podía ver nada y cuando quiso incorporarse notó el dolor más fuerte que lograba recordar. La pierna, era la pierna donde el dolor se notaba con más intensidad. Fue justo en ese momento cuando tomo consciencia de lo que realmente había pasado. Notó algo duro en la cadera e inmediatamente se dió cuenta que en el bolsillo de su chaqueta tenia una linterna. La encendió y pudo ver la gruta donde se encontraba, allí se quedo cuando Marta se fue a pedir ayuda.
Estaban las dos haciendo una bonita ruta de senderismo cuando en un mal traspiés Laura resbaló por la pendiente y fue rodando hacia el fondo de la pequeña colina. Estarían más o menos a seis kilómetros del coche pero ya se estaba haciendo demasiado tarde. Así que la propia Marta fue quien tomo la decisión de seguir sola para llegar al coche lo antes posible y pedir un medico o una ambulancia. Tenían claro que el pie de Laura estaba roto, así que pasaron justo delante de la gruta y pensaron que lo mejor era que la chica se quedara descansando mientras su amiga pedía ayuda. El dolor era insoportable cada vez que intentaba dar un paso, llegar así al coche seria una verdadera tortura. En una de las mochilas las chicas llevaban un poco de ron, así que seria la mejor medicina mientras no llegara la ayuda. Se acomodó en la gruta, estaba seca, aunque quizás un poco fría, pero antes de marchar su amiga le dejó todo lo que podría servirle de abrigo. Buscó además unas gordas ramas que con ayuda de una fina chaqueta de punto hizo lo mas parecido a un entablillado para que la pierna se mantuviera lo mas rígida posible, aunque el dolor seguía siendo horrible. Hubo un momento en que llegó a creer que ni siquiera podría respirar ya que ese mínimo movimiento de apertura y cerrado de los pulmones le movía también la pierna. Creyeron que el ron y las chaquetas serian lo suficiente para pasar varias horas y no llegar a la hipotermia. Llegar a ese estado de frío seria casi imposible, estábamos a mediados de mayo y las noches ya no eran tan frías. El ron le duro poco, tal vez tenia tanto miedo que optó por evadirse lo antes posible, así que lo bebió casi en dos tragos. Tampoco era mucho pero para una persona que no estaba a costumbraza a beber, era suficiente para entrar en un estado de adormecimiento y bienestar necesario en estos momentos. Se tapó con las chaquetas dejando una de ellas para reposar la cabeza y cerró los ojos. Necesitaba dormirse, así el dolor dejaría de existir, pero no era fácil. Cerró los ojos y se concentró en un cielo de estrellas, esa imagen que tanto le fascinaba, consiguió verlas, vaya si lo consiguió.
Mientras tanto Marta emprendió camino, estaba cansada pero eso era lo de menos, ya no notaba el cansancio. En su retina solo estaba la imagen de su amiga, allí en la gruta y con ese dolor insoportable. Apuró el paso todo lo que pudo, no quería correr demasiado o se cansaría pronto y eso seria lo peor que podría hacer. Llegó al coche antes de lo que ella pensaba. Abrió la puerta con el mando a distancia, aun a varios metros, notando en ese momento una sensación de alivio, la primera parte de su misión había finalizado. Se sentó en el asiento del piloto y suspiró, ya faltaba poco y se quedó un rato como si fuera en estado de bloqueo, con una media sonrisa en su cara de cansancio con la sensación del deber cumplido, la primera parte de su reto ya estaba cumplida. Encendió el coche y se dirigió al pueblo, allí pediría ayuda, no sabia aun muy bien a quien dirigirse, pero era lo de menos, una ambulancia, la policía local, la guardia civil, protección civil, daba igual se dirigiría al primero que encontrara, ya que de ese modo cualquiera de ellos sabrían mejor como coordinar el rescate de su amiga.
Llevaba diez minutos conduciendo cuando en ese momento vio el cartel que indicaba la llegada al pueblo, solo le quedaba un kilómetro, cada vez se sentía mas aliviada, su amiga necesitaba ayuda y era ella quien en ese momento podía hacerlo, debería hacerlo, en esos momentos la amistad era en lo único que pensaba. Se sentía tan bien ante la visualización de aquella señal que ni siquiera se dió cuenta de que con ella se acababa de cruzar una patrulla de Protección Civil, pero el rojo de aquel coche hizo que desviara su mirada al retrovisor y que lo volviera a ver con algo de exaltación y bienestar a la vez. Frenó el coche de inmediato y dio la vuelta al coche allí mismo en plena carretera, aceleró todo lo que pudo para llegar a ellos. No le fue muy difícil, conducían despacio, así que una vez que se acerco lo suficiente empezó a tocar la bocina y dar luces. Los ocupantes del coche se detuvieron enseguida y ella empezó a contarles lo que había pasado. La tranquilizaron y tomaron ruta hacia el lugar donde había quedado su amiga. Dejo allí su coche y se fue con ellos en su todoterreno, era lo mejor, el cansancio unido al estado de nerviosismo que se apodero de ella en aquellos momentos hizo que los técnicos de Protección Civil creyeron que seria lo mas conveniente. Por las descripciones que les dio la muchacha ellos mismos se encargaron de llamar a la ambulancia. En ese mismo instante pararon el coche para esperar a la ambulancia y no tener así dudad luego en encontrar el sitio.
Marta que hasta ese momento había sido tan fuerte y se había mantenido tan serena, que una vez encontrada la ayuda que necesitaba se vino abajo. En esos momentos de espera fue cuando los técnicos de Protección Civil dieron un poco de infusión que llevaban en el coche a la chica para intentar calmarla mientras duraba la espera. Llegó muy pronto, apenas diez minutos desde que se hizo esa llamada fueron necesarios para que el despliegue estuviera unido y en marcha para coordinar el rescate de la chica. Cuando llegaron al punto donde las dos chicas habían dejado el coche, Marta les explicó con mucha precisión donde estaba su amiga, así que técnicos de Protección, el medico, la enfermera y la propia Marta emprendieron ruta en el coche de estos para acercarse lo mas posible al lugar donde se encontraba aquella gruta donde les esperaba Laura. La chica cuando iba de regreso al coche había sacado infinidad de fotos del camino por miedo a perderse luego y eso fue el punto clave. Uno de los técnicos de Protección Civil conocía perfectamente esa ruta y al ver las fotos que la chica había hecho no le quedaron dudas a donde deberían dirigirse. Llegaron con el coche a menos de quinientos metros de la gruta, bajaron del coche llevándose consigo una camilla para poder traer de regreso a la joven y todo el material médico necesario para hacerle la primera cura de urgencia.
Encontrada la gruta la chica corrió a ver a su amiga abrazándose sin poder casi separarse, mientras los demás hacían su trabajo. Las dos chicas estaban agotadas, pero sonrientes por sus logros a pesar del dolor que una de ellas sentía. Le inmovilizaron la pierna y el cuello, aunque solo era mediada de prevención por si acaso sufriera algún daño en las cervicales o el cuello en la caída. Aún no podía notar nada, hacia relativamente poco tiempo que había sucedido el accidente y además había que contar con el ron que se había bebido, que no siendo mucho le fue de gran ayuda, se había pasado casi todo el rato dormida ayudándole a pasar ese mal rato.
Las dos chicas se fueron juntas en la ambulancia hasta el punto donde había dejado el coche, estaban cansadas pero contentas de que todo había acabado bien, y entre risas planeaban ya su próxima aventura