viernes, 25 de junio de 2010

AÑOS DE MIRADAS



Tan pronto como pude fui a verlo, pasaran ya mas de dos años y tan solo lo reconocía yo a el. Estaba más viejo y eso se notaba en las facciones de su cara y en el aumento de pelo blanco. Su mirada estaba ausente, pero eso era lo más normal. Me quedé fijamente mirándolo a los ojos, firmemente, solo esperaba a que esa mirada fuera correspondida como otras veces. Al fin me miró, nos mirábamos a los ojos como diciéndonoslo todo, como solíamos hacer cada vez que me era posible ir a verlo. Quizás en un rinconcito de mi mente albergara el deseo de que fuera el quien un día viniera a verme a mi, pero se que eso seria totalmente imposible. A través de nuestras miradas nos lo decíamos todo, yo le contaba mis cosas, mis logros, mis deseos, pero el únicamente me contaba su sueño año tras año, visita tras visita. Estaba acostado en su vieja jaula, con un cartel en lo alto donde ponía su nombre con letras en relieve, a las que con el paso del tiempo ya se les fuera el color rojo, creo recordar que tenía. Hacia ya mas de dos años que no nos veíamos y ya estaban medio borradas, eso significaba que en ningún momento nadie se le ocurrió volver a repasarlas con un poco de pintura, cosa fácil, y que su nombre se viera como le corresponde a un rey.
Con su mirada durante años me relataba ya ahora con un poco de desesperación, que creía que nunca se iba a cumplir.
Sanco, que así se llamaba, es un animal de circo, pero su sueño es llegara algún día a ser león. Sabe de la dificultad y a medida que pasan los años se va haciendo más y más difícil de cumplir. A su mama la raptaron de la sabana a penas había cumplido los seis meses junto con su tío y su abuela. Los dos hermanos poco se acuerdan de su infancia, eran muy jóvenes y hacia poco que habían empezado a salir de su madriguera a jugar con otros cachorros y a dar pequeños paseos siempre en compañía de algún hermano mayor o de su propia madre. Ella intentaba protegerlos del peligro y los empezaba a instruir en la caza y la supervivencia con la ayuda de algún conejo despistado o algún ratón atrevido. En realidad todo lo que sabía Sanco era lo que le había contado su abuela y lo poco que lograba recordar su madre de la corta vida que tuvo en la sabana.
A su abuela la encontraron muerta una mañana cuando los cuidadores trajeron la ración de carne diaria poco antes de la primera función. Años después su madre y su tío fueron donados a algún zoo o parque de alguna ciudad de paso. Ahora solo quedaban los recuerdos y su sueño. Soñaba a menudo…en realidad eran imágenes que no dejaba de ver ni un solo día en la intimidad de su celda. Para ello solo necesitaba cerrar los ojos acostado sobre la paja de su humilde lecho. Su sueño era ser león. Quería levantarse cada mañana con los primeros rayos del sol, desperezándose y estirando los músculos, preparando el cuerpo para una gran carrera. Soñaba con correr, le daba igual a donde y en que dirección, tan solo quería hacerlo hasta el punto de quedar extenuado. Poder notar su corazón tan agitado como lo era su respiración, descansar un rato para recuperarse y correr de nuevo, quizás ahora detrás de alguna presa, que pudiera compartir con su camada. Anhelada encontrar una bella compañera con la que formar una familia, con hijos, muchos hijos, en definitiva tener motivos para seguir luchando día a día, tener motivaciones por las que se levantarse enérgicamente. Deseaba también lo que se siente cuando un león encontraba una presa y agazapado esperaba el momento justo de atacar, mientras notaba como su corazón latía con fuerza empujado por la emoción. Era bien poco lo que su corazón deseaba, libertad, no ser un esclavo a merced de un amo despiadado, que le obligaba a trabajar por un trozo de carne muerta y un balde de agua. Este era el sueño de Sanco, lo que contaba a través de sus ojos, sueño que intentaba hacerme saber cada vez que podía visitarlo. Era escasas veces cuando el circo pasaba por mi ciudad o alrededores. Yo intentaba trasmitirle mi comprensión y mi cariño pidiéndole tranquilidad.
Ojala fuera yo la que pudiera hacer realidad su sueño, pero hoy en día no tenia medios posibles. Su sueño también se hizo el mio, pero a día de hoy no podía ayudarle. Aunque pudiera también debería ser sensata, si lograra devolverlo a sus orígenes quizás no viviría mucho tiempo. Nadie lo enseñó a cazar, ni a defenderse, ni como podía desguarecerse de la lluvia, el frío o una tormenta inesperada…
Nuestras miradas siguen fijas el uno en el otro. Desearía acariciarlo, tocar con mi mano esa melena suave, pero se que no puedo, ni debo. Aún así se que mis caricias son trasmitidas a través de la mirada y puedo llegar a sentir que el sentimiento es reciproco…………………..continuará