miércoles, 15 de diciembre de 2010

PEQUEÑA CENICIENTA, UNA CITA Y UN CAFE

Eran poco mas de las diez cuando la Pequeña Cenicienta llega al salón, había poca gente, quizás tres doncellas más a lo sumo. Había tranquilidad en todo la estancia. La música era suave y la luz intensa, pero sin llegar a ser molesta. No pasaron más de cinco minutos hasta que el Príncipe hizo su entrada, con porte elegante y seguro. Con este mismo porte se dirigió hacia la Pequeña Cenicienta saludándola con un gesto de cariño en las mejillas; al que fue correspondido. La charla siguió de forma alegre y amena durante el encuentro, donde los ojos no dejaron de cruzarse. La joven miraba al apuesto Príncipe mientras hablaban, era bueno, se estaban conociendo un poco más. Saber uno del otro le ayudaría en el resto de los encuentros, y al fin y al cabo fue con este mismo propósito con el que se fijo dicho encuentro. Los dos optaron por un café exquisito, saboreándolo poco a poco, no había demasiada prisa, por lo que el ansiado café se prolongo hasta el final de la cita. El se lo tomo bien caliente sin dejar que su aroma se esfumara en el salón, en cambio ella en cambio utilizó el café, la cuchara y el sobrecillo de azúcar entre sus manos como si de alguna excusa necesitara para entretenerlas. El en un momento de la conversación donde ambos no dejaban de mover sus manos como si fuera un juego, momento en el que él aprovechó para rozar la piel de la joven y saber así que sentía, que podía llegar a percibir. No sabía muy bien que era, quizás no lo sabía ninguno de los dos, pero ese roce supuso también a la joven una sensación muy especial. No tardó en surgir otra nueva caricia; pero esta vez el joven no sintió la necesidad de tener una excusa para tocar a la joven en la mejilla. Este si ya fue un roce mas intenso que el anterior, ambos se dieron cuenta de ello aunque la Pequeña Cenicienta intento disimular con un halo de conversación trivial y fuera de contexto. Quizás ella misma no quería aceptar que esas caricias le gustaran, o tal vez no quisiera hacérselo ver de momento al joven Príncipe. Ella notó esa caricia como si el viento la acariciara. Era una suavidad extrema la que esa caricia supuso, como si el roce de algo extremadamente especial con su mejilla. La charla continuó amena pero en la mente de la joven seguía sintiendo esa suave caricia. No sabia si era lo que quería sentir, pero algo que no quería obviar, escaparse a ese sentir seria engañarse ella misma. Se sentían muy a gusto los dos, no había duda que el encuentro fuera agradable para ambos. La conversación fue trivial, nunca hablaron de ellos mismos ni de lo que sentían o les apetecía sentir. La familia y los quehaceres diarios de ambos fueron el motivo de que ese café se prolongara casi dos horas. Fue más o menos el tiempo del encuentro, tiempo que sirvió a los dos jóvenes para ver algo más el uno del otro.
A la Pequeña Cenicienta se le hacia tarde, estaba empezando a anochecer y no le gustaba demasiado viajar después de la caída del sol, pero la verdad es que al final se le había hecho un poco tarde y en el momento en que decidió volver a su palacio ya el sol desapareciera por completo del cielo, ni siquiera su gran estela rojiza habitaba ya en el horizonte. Se portó como todo un gran caballero y la acompañó a buscar su carroza más allá del extenso jardín del palacio de joven Príncipe.
En un momento en que ella estaba dándole al joven la espalda, este aprovechó para acariciarla de nuevo, pero esta vez tocando su suave nuca por encima de su larga melena perfectamente enlazada. Ese si fue un momento muy especial para ella, volvió a sentir ese algo que no sabia como explicar, algo que la hizo estremecerse y con un hilo de voz le pidió al joven que no siguiera. En realidad no sentía lo que le había dicho, la verdad es que la caricia en la nuca le gusto demasiado por eso temía que no se acabase la cita en ese momento, temía que sino lo rechazaba en ese momento seria incapaz de hacerlo mas tarde. Fue en esos momentos cuando la razón y el corazón empezaron una guerra en la que la razón fue la ganadora muy a pesar de los jóvenes. Otra vez hizo gala de su gran caballerosidad, pues tan pronto escuchó ese no, como un hilo de voz salido del fondo de la garganta de la Pequeña Cenicienta el retiró la mano sin dudarlo. La despedida se produjo de forma suave y cariñosa mirándose a los ojos hasta que estos dejaron de apreciarse a si mismos, emplazándose quizás a un nuevo encuentro. Ninguno de los dos sabia si el otro pensaba lo mismo y deseara un nuevo encuentro.
El viaje de regreso a la Pequeña Cenicienta se le hizo corto, seguía viendo en su mente al joven príncipe de la misma forma que lo estaba haciendo antes de que sus cuerpos se distanciaran por el largo camino. Deseaba que ese encuentro se volviera a repetir, poder escuchar y sentir de nuevo esa mirada o el roce de una mano en sus mejillas sonrosadas. Sentía algo especial que aún no estaba segura de lo que significa, lo único de lo que estaba segura era de que quería volver a sentir, ese roce del viento en sus mejillas.
Cuando llegó a palacio, la doncella que la esperaba no le fue difícil adivinar que el encuentro fuera de su agrado, sobretodo porque todo su rostro era una gran sonrisa. Se fue a la cama ya y en ese momento fue cuando recapituló todo lo sucedido, el café, las caricias, la charla sobre la música favorita de ambos, la comida que más les gustaba o lo que solían hacer en su tiempo libre. Volvió a repasar en su mente la conversación una y otra vez, solo esperaba que el joven príncipe volviera a querer que hubiera un nuevo encuentro y así con la sonrisa de el, con su mirada y con el sentir de aquellas caricias se quedó dormida, habiendo momentos en que no sabia si estaba aun recordando o ya estaba soñando.



lunes, 22 de noviembre de 2010

SONARA PARA TI DE NUEVO


Quiero ver tu sonrisa

y sentir el calor de una mirada,

saber como la ilusión

vuelve de nuevo a tus ojos.

Quiero saber a que huele tu mirada

y a que sabe tu sonrisa.

Quiero volver a ver el brillo

que un día vi en tus ojos.

Una y otra vez,

para siempre,

mirada transparente y dulce,

mirada sincera,

donde las palabras surgen sin pensar

concordando con su brillo,

brillo con sabor a verdad,

únicamente brillo de sinceridad.

Quiero sentir que vuelves a sonreír,

una y otra vez sin dejar de hacerlo.

Sonara de nuevo

y solo para ti,

esa flauta mágica que tanto ansias.

Sonara de verdad

con música alegre y dulce

donde recobraras de nuevo

esa notas que tanto deseas.

Será para ti,

solo para ti,

música de flauta mágica.

domingo, 10 de octubre de 2010

LA FRIA GRUTA








Laura se despertó con una extraña sensación de frío, le costaba abrir los ojos. Se encontraba en esos momentos de desconcierto en los que nunca se sabe donde estás. Empezó a entreabrir los ojos y aunque le costaba; no notaba gran diferencia de tenerlos abiertos y cerrados. No podía ver nada y cuando quiso incorporarse notó el dolor más fuerte que lograba recordar. La pierna, era la pierna donde el dolor se notaba con más intensidad. Fue justo en ese momento cuando tomo consciencia de lo que realmente había pasado. Notó algo duro en la cadera e inmediatamente se dió cuenta que en el bolsillo de su chaqueta tenia una linterna. La encendió y pudo ver la gruta donde se encontraba, allí se quedo cuando Marta se fue a pedir ayuda.
Estaban las dos haciendo una bonita ruta de senderismo cuando en un mal traspiés Laura resbaló por la pendiente y fue rodando hacia el fondo de la pequeña colina. Estarían más o menos a seis kilómetros del coche pero ya se estaba haciendo demasiado tarde. Así que la propia Marta fue quien tomo la decisión de seguir sola para llegar al coche lo antes posible y pedir un medico o una ambulancia. Tenían claro que el pie de Laura estaba roto, así que pasaron justo delante de la gruta y pensaron que lo mejor era que la chica se quedara descansando mientras su amiga pedía ayuda. El dolor era insoportable cada vez que intentaba dar un paso, llegar así al coche seria una verdadera tortura. En una de las mochilas las chicas llevaban un poco de ron, así que seria la mejor medicina mientras no llegara la ayuda. Se acomodó en la gruta, estaba seca, aunque quizás un poco fría, pero antes de marchar su amiga le dejó todo lo que podría servirle de abrigo. Buscó además unas gordas ramas que con ayuda de una fina chaqueta de punto hizo lo mas parecido a un entablillado para que la pierna se mantuviera lo mas rígida posible, aunque el dolor seguía siendo horrible. Hubo un momento en que llegó a creer que ni siquiera podría respirar ya que ese mínimo movimiento de apertura y cerrado de los pulmones le movía también la pierna. Creyeron que el ron y las chaquetas serian lo suficiente para pasar varias horas y no llegar a la hipotermia. Llegar a ese estado de frío seria casi imposible, estábamos a mediados de mayo y las noches ya no eran tan frías. El ron le duro poco, tal vez tenia tanto miedo que optó por evadirse lo antes posible, así que lo bebió casi en dos tragos. Tampoco era mucho pero para una persona que no estaba a costumbraza a beber, era suficiente para entrar en un estado de adormecimiento y bienestar necesario en estos momentos. Se tapó con las chaquetas dejando una de ellas para reposar la cabeza y cerró los ojos. Necesitaba dormirse, así el dolor dejaría de existir, pero no era fácil. Cerró los ojos y se concentró en un cielo de estrellas, esa imagen que tanto le fascinaba, consiguió verlas, vaya si lo consiguió.
Mientras tanto Marta emprendió camino, estaba cansada pero eso era lo de menos, ya no notaba el cansancio. En su retina solo estaba la imagen de su amiga, allí en la gruta y con ese dolor insoportable. Apuró el paso todo lo que pudo, no quería correr demasiado o se cansaría pronto y eso seria lo peor que podría hacer. Llegó al coche antes de lo que ella pensaba. Abrió la puerta con el mando a distancia, aun a varios metros, notando en ese momento una sensación de alivio, la primera parte de su misión había finalizado. Se sentó en el asiento del piloto y suspiró, ya faltaba poco y se quedó un rato como si fuera en estado de bloqueo, con una media sonrisa en su cara de cansancio con la sensación del deber cumplido, la primera parte de su reto ya estaba cumplida. Encendió el coche y se dirigió al pueblo, allí pediría ayuda, no sabia aun muy bien a quien dirigirse, pero era lo de menos, una ambulancia, la policía local, la guardia civil, protección civil, daba igual se dirigiría al primero que encontrara, ya que de ese modo cualquiera de ellos sabrían mejor como coordinar el rescate de su amiga.
Llevaba diez minutos conduciendo cuando en ese momento vio el cartel que indicaba la llegada al pueblo, solo le quedaba un kilómetro, cada vez se sentía mas aliviada, su amiga necesitaba ayuda y era ella quien en ese momento podía hacerlo, debería hacerlo, en esos momentos la amistad era en lo único que pensaba. Se sentía tan bien ante la visualización de aquella señal que ni siquiera se dió cuenta de que con ella se acababa de cruzar una patrulla de Protección Civil, pero el rojo de aquel coche hizo que desviara su mirada al retrovisor y que lo volviera a ver con algo de exaltación y bienestar a la vez. Frenó el coche de inmediato y dio la vuelta al coche allí mismo en plena carretera, aceleró todo lo que pudo para llegar a ellos. No le fue muy difícil, conducían despacio, así que una vez que se acerco lo suficiente empezó a tocar la bocina y dar luces. Los ocupantes del coche se detuvieron enseguida y ella empezó a contarles lo que había pasado. La tranquilizaron y tomaron ruta hacia el lugar donde había quedado su amiga. Dejo allí su coche y se fue con ellos en su todoterreno, era lo mejor, el cansancio unido al estado de nerviosismo que se apodero de ella en aquellos momentos hizo que los técnicos de Protección Civil creyeron que seria lo mas conveniente. Por las descripciones que les dio la muchacha ellos mismos se encargaron de llamar a la ambulancia. En ese mismo instante pararon el coche para esperar a la ambulancia y no tener así dudad luego en encontrar el sitio.
Marta que hasta ese momento había sido tan fuerte y se había mantenido tan serena, que una vez encontrada la ayuda que necesitaba se vino abajo. En esos momentos de espera fue cuando los técnicos de Protección Civil dieron un poco de infusión que llevaban en el coche a la chica para intentar calmarla mientras duraba la espera. Llegó muy pronto, apenas diez minutos desde que se hizo esa llamada fueron necesarios para que el despliegue estuviera unido y en marcha para coordinar el rescate de la chica. Cuando llegaron al punto donde las dos chicas habían dejado el coche, Marta les explicó con mucha precisión donde estaba su amiga, así que técnicos de Protección, el medico, la enfermera y la propia Marta emprendieron ruta en el coche de estos para acercarse lo mas posible al lugar donde se encontraba aquella gruta donde les esperaba Laura. La chica cuando iba de regreso al coche había sacado infinidad de fotos del camino por miedo a perderse luego y eso fue el punto clave. Uno de los técnicos de Protección Civil conocía perfectamente esa ruta y al ver las fotos que la chica había hecho no le quedaron dudas a donde deberían dirigirse. Llegaron con el coche a menos de quinientos metros de la gruta, bajaron del coche llevándose consigo una camilla para poder traer de regreso a la joven y todo el material médico necesario para hacerle la primera cura de urgencia.
Encontrada la gruta la chica corrió a ver a su amiga abrazándose sin poder casi separarse, mientras los demás hacían su trabajo. Las dos chicas estaban agotadas, pero sonrientes por sus logros a pesar del dolor que una de ellas sentía. Le inmovilizaron la pierna y el cuello, aunque solo era mediada de prevención por si acaso sufriera algún daño en las cervicales o el cuello en la caída. Aún no podía notar nada, hacia relativamente poco tiempo que había sucedido el accidente y además había que contar con el ron que se había bebido, que no siendo mucho le fue de gran ayuda, se había pasado casi todo el rato dormida ayudándole a pasar ese mal rato.
Las dos chicas se fueron juntas en la ambulancia hasta el punto donde había dejado el coche, estaban cansadas pero contentas de que todo había acabado bien, y entre risas planeaban ya su próxima aventura





viernes, 25 de junio de 2010

AÑOS DE MIRADAS



Tan pronto como pude fui a verlo, pasaran ya mas de dos años y tan solo lo reconocía yo a el. Estaba más viejo y eso se notaba en las facciones de su cara y en el aumento de pelo blanco. Su mirada estaba ausente, pero eso era lo más normal. Me quedé fijamente mirándolo a los ojos, firmemente, solo esperaba a que esa mirada fuera correspondida como otras veces. Al fin me miró, nos mirábamos a los ojos como diciéndonoslo todo, como solíamos hacer cada vez que me era posible ir a verlo. Quizás en un rinconcito de mi mente albergara el deseo de que fuera el quien un día viniera a verme a mi, pero se que eso seria totalmente imposible. A través de nuestras miradas nos lo decíamos todo, yo le contaba mis cosas, mis logros, mis deseos, pero el únicamente me contaba su sueño año tras año, visita tras visita. Estaba acostado en su vieja jaula, con un cartel en lo alto donde ponía su nombre con letras en relieve, a las que con el paso del tiempo ya se les fuera el color rojo, creo recordar que tenía. Hacia ya mas de dos años que no nos veíamos y ya estaban medio borradas, eso significaba que en ningún momento nadie se le ocurrió volver a repasarlas con un poco de pintura, cosa fácil, y que su nombre se viera como le corresponde a un rey.
Con su mirada durante años me relataba ya ahora con un poco de desesperación, que creía que nunca se iba a cumplir.
Sanco, que así se llamaba, es un animal de circo, pero su sueño es llegara algún día a ser león. Sabe de la dificultad y a medida que pasan los años se va haciendo más y más difícil de cumplir. A su mama la raptaron de la sabana a penas había cumplido los seis meses junto con su tío y su abuela. Los dos hermanos poco se acuerdan de su infancia, eran muy jóvenes y hacia poco que habían empezado a salir de su madriguera a jugar con otros cachorros y a dar pequeños paseos siempre en compañía de algún hermano mayor o de su propia madre. Ella intentaba protegerlos del peligro y los empezaba a instruir en la caza y la supervivencia con la ayuda de algún conejo despistado o algún ratón atrevido. En realidad todo lo que sabía Sanco era lo que le había contado su abuela y lo poco que lograba recordar su madre de la corta vida que tuvo en la sabana.
A su abuela la encontraron muerta una mañana cuando los cuidadores trajeron la ración de carne diaria poco antes de la primera función. Años después su madre y su tío fueron donados a algún zoo o parque de alguna ciudad de paso. Ahora solo quedaban los recuerdos y su sueño. Soñaba a menudo…en realidad eran imágenes que no dejaba de ver ni un solo día en la intimidad de su celda. Para ello solo necesitaba cerrar los ojos acostado sobre la paja de su humilde lecho. Su sueño era ser león. Quería levantarse cada mañana con los primeros rayos del sol, desperezándose y estirando los músculos, preparando el cuerpo para una gran carrera. Soñaba con correr, le daba igual a donde y en que dirección, tan solo quería hacerlo hasta el punto de quedar extenuado. Poder notar su corazón tan agitado como lo era su respiración, descansar un rato para recuperarse y correr de nuevo, quizás ahora detrás de alguna presa, que pudiera compartir con su camada. Anhelada encontrar una bella compañera con la que formar una familia, con hijos, muchos hijos, en definitiva tener motivos para seguir luchando día a día, tener motivaciones por las que se levantarse enérgicamente. Deseaba también lo que se siente cuando un león encontraba una presa y agazapado esperaba el momento justo de atacar, mientras notaba como su corazón latía con fuerza empujado por la emoción. Era bien poco lo que su corazón deseaba, libertad, no ser un esclavo a merced de un amo despiadado, que le obligaba a trabajar por un trozo de carne muerta y un balde de agua. Este era el sueño de Sanco, lo que contaba a través de sus ojos, sueño que intentaba hacerme saber cada vez que podía visitarlo. Era escasas veces cuando el circo pasaba por mi ciudad o alrededores. Yo intentaba trasmitirle mi comprensión y mi cariño pidiéndole tranquilidad.
Ojala fuera yo la que pudiera hacer realidad su sueño, pero hoy en día no tenia medios posibles. Su sueño también se hizo el mio, pero a día de hoy no podía ayudarle. Aunque pudiera también debería ser sensata, si lograra devolverlo a sus orígenes quizás no viviría mucho tiempo. Nadie lo enseñó a cazar, ni a defenderse, ni como podía desguarecerse de la lluvia, el frío o una tormenta inesperada…
Nuestras miradas siguen fijas el uno en el otro. Desearía acariciarlo, tocar con mi mano esa melena suave, pero se que no puedo, ni debo. Aún así se que mis caricias son trasmitidas a través de la mirada y puedo llegar a sentir que el sentimiento es reciproco…………………..continuará

lunes, 22 de marzo de 2010

OTRO VIAJE MAS






Salí de casa y aún el sol estaba en lo alto, podía sentir como sus rayos potentes y casi cegadores calentaban mi piel y abrasaba mi pelo desde el momento justo de cerrar la puerta de casa. Los dos perros acostados a la sombra del patio se levantaron al instante en cuanto me oyeron salir. Intente salir sin darles demasiada importancia pero ellos no se daban por vencidos. No aceptaban quedarse solos, aullaban y se movían sin parar, saltando en la misma verja, golpeándola para decirme que la abriera y no los dejara allí. No quería ceder pero al final lo hice y les abrí la verja.
Salieron a toda prisa no fuer a ser que los volviera a cerrar de nuevo, son tan listos….
Juntos bajamos hasta el río, caminando los tres en silencio. Solo se podían oír los gemidos de los dos pastores alsacianos, mientras correteaban y saltaban a mí alrededor. Anduvimos con paso apresurado un buen rato para relantizarlo luego una vez que llegamos a la zona de sombra. No hacia más de diez minutos que había salido de casa pero el sol me estaba agotando y lo único que estaba deseando era ya llegar a la parte del camino en que los árboles hacían presencia a ambos lados. Era el momento de pasear y dejar de andar con ese paso apresurado que me estaba agotando.
La paz era infinita, aquí bajo la sombra de los árboles corría una suave brisa que se agradecía eternamente, una brisa que llegaba a ondear mi pelo levemente. Se distinguían cantos de pájaros diferentes, muy suaves y melodiosos como si de una conversación de íntimos amigos se tratara. Era una sensación tan especial la que llegaba a sentir con este corto paseo, que ya no sabia si llevar los ojos abiertos o cerrados, me conocía tan bien este camino que estoy segura de que si me lo propusiera lo haría con los ojos cerrados.
Ya podía oír el murmullo del agua, no me quedaban más que unos cien metros para llegar a la misma orilla. Abedules gigantescos marcaban las dos orillas del río, acompañado de un manto de hierba verde y pequeña a la que la sombra de los árboles le daba unas horas de frescor. Seguía caminando y ya en mi cabeza estaba el poder acostarme en esa hierba fresca contrastando con el calor que el sol acabo por agotarme.
Que maravilla nos da la naturaleza, yo allí sentada primero y contemplando el cauce del río, su sonido hacia que me trasportara a un mundo mágico. Pronto opte por acostarme y los perros hicieron lo mismo a mi lado. Podía notar su fatiga por su forma agitada de respirar. Cerré los ojos y universo entero de sensaciones pude llegar a sentir, era fascinante. Por un lado podía escuchar la respiraron agitada de los dos perros, no fue demasiado largo el camino hasta llegar aquí, pero el calor para ellos podía llegar a ser insoportable para ellos. Pronto fue disminuyendo su frecuencia y acabaron por quedarse dormidos, ese fue el momento que deje de escucharlos y me centre más en el canto de los pájaros. Lo hacían tan bien y con esa entonación tan especial que casi podía llegar a adivinar el contenido de la conversación. Con los ojos cerrados no tenemos nada que nos perturbe y nos centramos más en lo que escuchamos, con más intensidad que si estuviéramos mirando a algún sitio. Esos trinos estaban enlazados con el murmullo del agua. No era un sonido monótono, mas bien era parecido a una conversación como la de los pájaros, como si el mismo río intentara contarme algo. Incluso de vez en cuando se podía oír como si alguna trucha diera un pequeño salto en el agua, como si subiera a la superficie para cazar alguna mosca despistada. Era tal la paz que sentía en ese momento que…….. Sonó el timbre de casa, los perros comenzaron a ladrar y me desperté en la vieja butaca del porche. Que fastidio, de nuevo las nuevas tecnologías y las prisas no me dejaron seguir en este bello sueño…………

sábado, 20 de marzo de 2010

FELICIDAD

Podran los sueños viajar a traves del viento con la unica compañia de su susurrro, tierno a veces y otras ensordecedor. Quizas haya momentos en nuestra corta existencia que nos guian hacia una meta de felicidad. Escalamos grandes montañas y en este largo trecho tambien nos podremos encontrar con grandes rocas que nos cortan el paso. Creemos que la felicidad esta al final de ese largo o corto ccamino, lo que no nos damos cuenta que la felicidad no esta eal final de el, sino es fruto de esos pequeños logros que cada dia nos enocntramos.

felicidad la podemos encontrar ala orilla del mar escuchando como las olas rompen en las duras rocas, olas que varian su tamaño a peticion del viento. Quizas sea necesario que cerremos los ojjos y miremos nuestro interior, es el unico modo de ser de verdad felices, encontrando nuestro yo, que queremos y lo que deseamos, tener la mente y nuestras metas claras

martes, 16 de marzo de 2010

FELIZ CUMPLEAÑOS NURIA

FELIZ CUMPLEAÑOS
TE DESEAMOS DE CORAZON PARA TI,
CON EL AMOR QUE SIEMPRE HUBO Y NUNCA EN ESTOS AÑOS LLEGO A FLAQUEAR,
NI INTENCION TIENE DE HACERLO DE AQUI A LA ETERNIDAD.

TE QUEREMOS MUCHO, HASTA EL INFINITO Y MAS ALLA ME DICE LUCIA

ERES TAN ESPECIAL QUE MERECES QUE TE QUIERAN ASI Y MUCHO MAS


LUCIA, SAMUEL, MIGUEL Y BEGOÑA


MILES DE BESOS

sábado, 16 de enero de 2010

ME HABLO DE TI EL MAR

Ayer el mar me hablo de ti,
que te ve triste y pensativa;
noche tras noche
lo visitas sin falta.
Esta preocupado por las lágrimas
que brotan de tus tristes ojos,
sin descanso.

Me cuenta que tu mirada
esta triste, melancólica,
intentando encontrar un porque,
a tus ojos le falta la luz
y ese brillo de antaño.

Cuéntale al mar tu dolor,
el porque de tu triste mirada,
dile porque se apago su luz,
tu brillo y tu felicidad.
Pídele consejo al mar
para que te devuelva la sonrisa,
que seque tus lagrimas,
y vuelva a ti la felicidad.

IMPACIENTE

Quieres ver el sol
sin espera alguna,
quieres que se vayan las nubes,
que no puedes esperar.
No te importa nada,
tan solo quieres ver el sol.

Impaciencia,
¿una virtud?
¿Sera un defecto?
Que más da,
asi eres tu; natural
pero impaciente.

Quieres dar un salto al cielo
para poder cuidar de las estrellas,
que nadie las moleste,
que no pierdan su brillo
y cuidar que esa estrella fugaz
caiga sin miedo y sin dolor,
que no llegue a estrellarse nunca,
con un duro suelo
o quizás se pierda en un mar sin nombre.

Quieres correr a ver las olas
¡Qué vengan ya!
No quieres esperar
a que la fuerza natural
las devuelva otra vez a la orilla.
Que mientras tú las mires
estén ahí sin retroceder,
a tu lado, solo para ti.